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En los momentos en los que decido desacomodar la vida me refugio en, éste, mi rincón para crear un espacio para la escritura cuando, en realidad me siento en estado de lenguaje escrito. Aunque muchas veces no puedo distinguir qué es lo primero; si la soledad o la escritura. Sin embargo la palabra escrita, su cadencia, su musicalidad y sus cuidados, su intensidad y su intencionalidad me intimidan. No obstante si me lees no me sentiré tan sola, me sentiré reconocida.

martes, 27 de abril de 2010

AH...MIRÁ VOS...

Recolonizando Ecuador

Abril 21, 2010 at 19:31 · Clasificados en Sin Evasión

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Es sabido que el afán migratorio de miles y miles de cubanos ha llevado a los nativos de esta pequeña ínsula a las latitudes más estrafalarias del planeta. Es así que se puede encontrar un hijo de este trópico ardiente soportando estoica y felizmente las más gélidas y crueles temperaturas en Suecia, Canadá o Finlandia, por solo citar unos pocos ejemplos extremos. Otros disímiles puntos de la geografía terrestre han sido el destino de muchos cubanos para fijar residencia permanente, en un sostenido éxodo de medio siglo que parece emular con el del pueblo hebreo. Se dice que unos emigran por razones políticas y que la mayoría lo hace por motivos económicos, como si en Cuba fuera posible deslindar el desastre económico de la desastrosa política del gobierno. Pero, en fin, cualquier sitio en que se respire un poco de progreso, alguna mejora en la calidad de vida y, sobre todo, el más leve atisbo de libertad u oportunidades para el desarrollo de la iniciativa personal, agita el espíritu emprendedor de los cubanos, hastiados de la orfandad de futuro y de la promesa de sacrificio que se les ofrece desde la cuna hasta la sepultura.

Sin embargo, no puedo menos que extrañarme ante la nueva variante de éxodo que ha venido imponiéndose desde hace algún tiempo. El destino es, ni más ni menos, uno de los países menos favorecidos de este hemisferio, o en todo caso, uno que no resulta muy promisorio para un aspirante al progreso: Ecuador. Resulta que se ha destapado un súbito y creciente entusiasmo de muchos cubanos por establecerse en Ecuador y, al parecer, es relativamente fácil, habida cuenta de la cantidad de conocidos míos (y desconocidos, de los que tengo referencias) que ya han dado el paso definitivo y han partido decididamente –tras un rápido y eficiente papeleo, misteriosamente facilitado por las autoridades migratorias de ambos países– de manera legal y tranquilamente sentados en una butaca de avión, para abrirse paso allí, entre la cordillera andina, en la mitad del mundo y a muchísimos kilómetros de distancia del mayor sueño de cada emigrante latino: Estados Unidos.

Hasta donde conozco, el número de ecuatorianos que emigran es comparable con el de los cubanos que hacen lo mismo. Por ejemplo, tengo entendido que solo en España los ecuatorianos constituyen, si no el mayor grupo de inmigrantes, al menos uno de los más numerosos: varios cientos de miles. Entonces, si los propios ecuatorianos en edad laboral buscan en el extranjero un mejor destino económico, es de imaginarse la desesperación de los cubanos que persiguen la promesa de mejoría para sus vidas en un país donde –al igual que en Cuba– las remesas de los ausentes es uno de los rubros económicos más importantes.
En fin, que si se mantiene la salida de ecuatorianos hacia el extranjero y la entrada de cubanos en Ecuador, y teniendo en cuenta que la población de ese país es bastante reducida, habrá que considerar que estamos ante una especie de recolonización de ese territorio, esta vez por los isleños. Por lo que a mí respecta, les deseo todo el éxito del mundo hasta donde sea posible ser exitoso en Ecuador. Ojalá prosperen y cumplan sus aspiraciones. Aunque, por supuesto, los resultados no serán nunca comparables con la colonización de La Florida, perdida por los españoles en el siglo XVIII al utilizarla como moneda de cambio por La Habana, ciudad que le arrebatasen los pérfidos ingleses, y reconquistada tres siglos después por la pujanza de decenas de miles de herederos de Pepe Antonio. ¡Buena suerte!

Ilustración: fotografía de Orlando Luis

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